lunes, 19 de diciembre de 2016

De mirada a beso.

Se miraron, sonriendo con cierta complicidad.
En sus miradas se percibía una chispa de deseo.
Se prendió.
Ella se acercó a él poniéndose delante suya.
Apasionada, le miró con cara de deseo.
Se quedaron inmóviles en esa posición durante unos segundos.
Mirándose fijamente a los ojos, pero sin decir nada.
A ella le parecieron horas.
Él disfrutaba casa milésima de segundo que marcaba esa incertidumbre de qué iba a pasar.
Al ver el miedo de ella, él se acercó un poco más, quedándose cara a cara, a unos centímetros.
Como si una fuerza mayor la empujara, se acercó a la boca de él, quedándose a unos centímetros de distancia.
Sentía su aliento golpeando sus labios rítmicamente. Le gustaba como olía.
Ella levantó su brazo y le acarició el cuello, y entonces sintió la primera chispa.
Él la cogió de la cintura, acercándola un poco más.
Ella, se relamió su labio con disimulo, dejando escapar un leve suspiro que contenía todos los pensamientos en los cuales había imaginado ese momento.
Ahora era real.
Esos centímetros parecían kilómetros, sin embargo, se lanzaron al vacío de un beso que les marcaría para siempre.
Ella rozó el labio de él, y fue suficiente para que despertaran centenares de mariposas en su estómago. Se sintió mariposa al completo.
Al sentir la húmeda lengua dentro de su boca, un escalofrío recorrió su cuerpo de pies a cabeza, causándole una adrenalina imparable.
Se activaron todos y cada uno de sus sentidos. Y su bello se erizó cual gato asustado.
Fundidos en el beso, se olvidaron de todo durante los minutos que duró.
Al separarse, se volvieron a mirar a los ojos, algo había cambiado en la mirada.
Algo había cambiado dentro de cada uno, pero ni siquiera ellos lo sabían de que se trataba.


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