Mito de Trevas
Erase una vez un Dios
del Olimpo, cuyo nombre era Kalooban, Dios de la Voluntad, quién amó
intensamente a una humana con todo su corazón y con todo su ser.
Su amada le abandonó,
pues no sabía controlar un amor tan grande, el miedo la pudo y huyó lejos de él,
para no volver jamás. Dejando un vacío en el pecho del Dios, semejante a un
abismo. Ese vacío le causaba tal dolor, que con sus lágrimas construyó una
coraza para hacerse fuerte y protegerse del mundo que le rodeaba, y una vez construida
su coraza, las lágrimas del Kalooban se bloquearon, de forma que no volvería a
llorar nunca jamás.
Esa fría y dura coraza
creció y se fortaleció año tras año, volviéndose impenetrable para cualquier
ser.
Siglos después,
Kalooban tuvo el placer de conocer a la Ninfa del Fuego, llamada Ohen. La
belleza y el sentir de la joven ninfa cautivaron al Dios, tanto, que el amor
volvió a él. El fuego de ella, consiguió derretir, poco a poco, las capas de su
coraza, capa tras capa derretida, Kalooban podía sentir más y más. Sin embargo,
había una última capa que Ohen no podía destruir. Llevaba tantos años en él
que, oxidada, que se había incrustado en su cuerpo, formando parte de éste.
Esa coraza, no le dejaba sentir con todo su ser, pues los escudos creados a partir de un dolor tan grande, son indestructibles.
Esa coraza, no le dejaba sentir con todo su ser, pues los escudos creados a partir de un dolor tan grande, son indestructibles.
El Dios quería amar a
la Ninfa con toda su voluntad, sin embargo, le resultaba imposible hacerlo.
Desesperado, corrió a
lo alto del Monte Rêve, y desde allí miró a la Luna implorándola ayuda,
suplicándola. Ella le aconsejaba siempre, pero esa noche no podía ayudarle, y
por este motivo, no le respondió.
Al sentir el frío que
le causaba su vieja amiga Luna, su ausencia infinita, la distancia que separaba
sus corazones, Kalooban sintió una agonía tan inmensa, que de sus ojos emanó
una lágrima. Lágrima que ablandó la oxidada máscara de la coraza, siguiendo el
sendero que abarcaba el rostro acabando en la comisura de su labio.
Al ver la reacción de
su amigo, la Luna respondió, diciéndole que la única forma de destruir su
coraza, era expulsarla desde dentro, pues no era sólo física. Debía liberar ese
dolor deprimido para poder amar de nuevo, para poder sentir y curarse.
La coraza, creada con lágrimas, sólo podrá ser destruida con las mismas.
La coraza, creada con lágrimas, sólo podrá ser destruida con las mismas.
Kalooban no sabía cómo
expulsar la oscuridad que llevaba dentro, por eso recurrió a Trevas, el gato
negro, Dios de la Oscuridad, suplicando su ayuda. Trevas, tenía el poder de
absorber la oscuridad del interior de cualquier ser, pero para ello, debía abrirse a él, y
vulnerablemente, mostrarle su alma.
Así hizo el joven Kalooban,
miró fijamente los verdes ojos de Trevas, quién accedió a la parte más profunda de su alma. Fue entonces cuando el gato negro absorbió la oscuridad más profunda e
incrustada de Kalooban, dejando que la luz invadiera su alma. Toda su oscuridad quedó impregnada en el pelaje del gato, volviéndose de esta forma más negro.
Al liberarse de su
oscuridad, el Dios de la Voluntad, sintió una profunda paz y felicidad, tanta, que
desataron y liberaron sus lágrimas, las cuales, destruyeron su coraza al completo,
desapareciendo cada fragmento y dejando a Kalooban libre.
Sin su coraza, volvió a
sentir el amor de nuevo, amor hacia la Ninfa del Fuego, pero también pudo sentir el amor hacia él mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario