lunes, 26 de diciembre de 2016

Fábula de Flor y Tintinnare


Erase una vez un bosque donde vivían miles de animales en armonía y paz.
Eran todos muy diferentes, sin embargo, se respetaban y se ayudaban unos a otros, formando una gran familia. El rey del bosque era el lobo Moon, su pelaje era blanco como la nieve, y sus ojos negros como el azabache.
Los animales del bosque le respetaban por su sabiduría y su bondad, era admirado y a él acudían cuando se encontraban en problemas.
En el bosque, vivía una cervatilla, que no se separaba nunca de su amiga mariposa. Juntas, vivían aisladas de la comunidad del bosque, en su mundo de fantasía. Los animales del bosque no las atendían, y por esa razón no querían ser sus amigos, sino que se alejaban, la cervatilla y la mariposa ignoraban la opinión de los animales, no seguían la normalización, eran diferentes, eran ellas mismas.
En el bosque, a pesar de que todos eran diferentes, trataban de comportarse de la misma forma, eso les hacía entenderse y llevarse bien, pero realmente no eran ellos mismos, sino que vivían bajo una actuación muy potente, y que, aunque no lo reconocían, les hacía daño.
La cervatilla, flor, caminaba sola y tranquila, cuando el búho Húo se cruzó en su camino, y con extraña mirada le dijo:
+ Flor, eres muy rara, parece que vives en tu mundo, así no vas a ser nadie en este bosque.
Flor siguió caminando sin hacer caso al comentario. Al rato el erizo Izo le gritó desde su madriguera:
+ A ver si maduras ya, mira tu hermana que asentada está, y tú sin embargo...
Flor empezó a sentirse un poco mal por lo que le decían, que ignorara no significaba que no sintiera…
Cuando su amiga mariposa Tintinnare se posó en su lomo, sintió que algo le pasaba:
+ ¿Qué te pasa linda amiga?
- ¿Tú crees que somos especiales, o raras?
Tintinnare la miró perpleja
+ ¿¡Especiales!? Sin ninguna duda
- La gente piensa que no somos nadie, y que estamos en nuestro mundo, que somos raras,y por eso no quieren estar con nosotras
La mariposa se sintió disgustada, no por cómo eran ambas, sino por como había hecho la gente que se sintiera flor.
+ Flor, ¿te gusta cómo eres? ¿Te diviertes y te sientes feliz haciendo lo que haces?
- Si claro, me lo paso de maravilla, y cuando estamos juntas no quiero que el tiempo pase tan rápido porque me siento muy contenta.
+ Entonces, ¿por qué te sientes mal por lo que dicen los animales? Ellos no se divierten como nosotras, ¿tú les ves felices? Siempre están serios, nunca sonríen…¿quieres sentirte así a cambio de tener más amigos?


- ¡No! Ni pensarlo, prefiero tener una única amiga, y que sea de verdad, a tener muchos conocidos y animales a mi lado, pero que no me quieran y acepten como soy.
+ Flor, ser diferente es un privilegio, no te sientas mal por ello, porque es el mayor error que cometerás en tu vida.
- Tintinnare, gracias, por quererme como soy, y por estar perdida conmigo en nuestros mundos. No lo cambiaría por nada.
Moraleja: Ser diferente no es malo, es lo que nos hace únicos y especiales. No tenemos que tener miedo por ser como somos, pues si nos hacemos pasar por alguien diferente nunca conseguiremos encontrar la felicidad.
Y por último, más vale tener un amigo de verdad, que mil amigos falsos que no te aceptan tal y como eres.

Canvi, la loba solitaria.

Érase una vez una loba, Canvi, una loba diferente. A diferencia del resto de los lobos, quienes convivían en manada, ella vivía sola, sin buscar la compañía de los demás.
Los demás lobos la rechazaban por ello, la consideraban egoísta por no tener ninguna atadura más que ella. No entendían cómo podía vivir de esa forma, pues ellos no sabían vivir solos, y necesitaban la manada para sentirse fuertes.
Cada año los lobos apostaban que Canvi se daría cuenta de que así no se puede ser feliz, y ansiosos esperaban la caída de la loba para manifestar que tenían razón y reprochárselo a ella.
Sin embargo, año tras año, la loba se hacía más fuerte en su soledad. Rechazando cualquier tipo de vínculo o compromiso. Ella quería volar, viajar, vivir su vida de la forma que consideraba mejor,  y esa forma era sola.
Aparentemente podía resultar egoísta por su parte, rechazar a todo el mundo y desvincularse de todo. Pero… ¿Quién se paraba a pensar en ella y en los motivos que arrastraba para vivir así?
Quizá a lo largo de su vida los lobos la enseñaron que no se puede confiar, que las personas  hacen daño. Que los que consideras tus mejores amigos, al final son amigos para transformarse en conocidos. ¿Quién la había avisado del dolor que causa sentirse sólo a pesar de estar rodeado de gente? Eso no te lo enseña nadie, lo vives tú, lo sientes tú.  
Quizá la loba Canvi dio demasiadas oportunidades en su día, confió con todo su corazón y se lo destrozaron, quiso y la abandonaron. Y no sólo una vez, sino una tras otra, de forma que cada relación que se rompía hacía que su corazón se enfriase, hasta que acabó convirtiéndose en hielo.
Quizá la única razón para dejar de sufrir era desvincularse de todo, tenerse únicamente a ella, pues era la única que no se haría daño. Quizá la única forma de desvincularse es no tener un lugar fijo, o vivir a miles de kilómetros de los lazos que intentan atarte…
De verdad, qué fácil es criticar desde fuera todo lo diferente, todo lo que se sale de lo ordinario. Qué fácil es no ponerse en la piel de los demás e intentar comprender por qué hacen lo que hacen. Que sencillo es quedarte con la apariencia sin indagar el fondo.
Puede que la loba no viva una vida perfecta, puede que los ratos de soledad la destrocen, la hagan llorar y sufrir, sufrir por no encontrar a alguien con quien compartir la soledad para que ésta sea bonita en lugar de dolorosa.
Pero joder, yo veo una loba fuerte, que sabe vivir sola, cosa que el resto no soporta, una loba que aprendió a pensar en sí misma, a no necesitar a nadie. Una loba independiente, que no tiene miedo a saltar al abismo al que nadie salta y todos temen.
Una loba diferente, que no permanecerá en los recuerdos de los demás lobos, pero tampoco se arrepentirá de no haber hecho lo que quería en cada momento.
Una loba que en lugar de desaparecer, que es lo fácil, vive al margen de todos de la forma que más le beneficia a ella. Un alma libre, desligada, un alma que nadie entiende pero, que ella sí lo hace, y al final es lo que cuenta, pues el día del juicio descubrirás que sólo te has tenido a ti a lo largo de tu vida. Que nunca has afrontado esa soledad permanente, y que en realidad no debería ser mala, sin embargo, Canvi, ha vivido siempre con esa soledad, aceptándola y queriéndola.
Dicen que cuando se acaba tu vida, aparte de quedar una lápida, lo que verdaderamente queda son los recuerdos que has dejado en otras personas, pues es lo que te hace permanecer “vivo”, lo que hace que no desaparezcas. Pero si tú no encuentras personas merecedoras de esos recuerdos, personas que saquen el 100% de tu esencia... ¿Esos recuerdos no serían falsos porque tú no eras quién verdaderamente eres? Quizá hay personas destinadas a vivir solas porque no son comprendidas por nadie, porque no encuentran personas con las que compartir su tiempo y sentirse bien consigo mismas a la par… Pero eso no significa que debamos juzgarlas, considerarlas egoístas y malas… Son distintas formas de vivir y de encontrar su felicidad.
¿Acaso el fin de la vida no es encontrar lo que a ti te hace feliz? Buscar esa felicidad cada día… Si tu felicidad no es estable, ¿no tiene verdadera valentía buscarla de mil formas diferentes en lugar de estancarse y dejar que pase el tiempo, que pase la vida y tú apagarte poco a poco por no saber vivir y por perder la pista de la felicidad que desapareció por no haberla perseguido?






viernes, 23 de diciembre de 2016

Remontándome 7 Navidades atrás.

Me remontaré al pasado, tenía 12 años, era 17 de diciembre de 2009. Mi padre, mi madre y yo nos despertamos a las 07.30 a.m de la mañana para ir al hospital La Milagrosa. Fuimos en tren y luego cogimos el metro. Mis padres se tomaron un café y unos bollos, pero yo no podía comer nada porque tenía que estar en ayunas. Fui al baño, estaba temblando de los nervios. Tenía mucha hambre, pero no podía comer porque me tenían que hacer el preoperatorio. 
Cuando llegamos al hospital, la secretaría nos atendió, diciendo que tenía que realizar tres pruebas: un análisis, una placa y un electro. Tanta prueba me hacía sentirme en una gynkhana, como las que hacía en la Granja Escuela. Después de acabar "la gykhana" me llevaron a la habitación 217, donde estaría ingresada aquella semana.
Me hicieron las pruebas rapidísimo, así que a las 10.15 a.m ya estaba en mi habitación. Me visitaron mis abuelos y mi tía Mari. Aquella tarde se me hizo eterna, todo el día sin comer ni beber nada.
A las 16.00 p.m vino mi anestesista diciendo que me operarían entre las 16-19 p.m. Me tuve que poner una bata, se transparentaba todo y yo lo pasaba fatal porque sentía mucha vergüenza y estaba mi familia en la habitación. Después de dar la tabarra, mi madre me dejó tener la braguita puesta, me hacía sentirme más segura. En realidad, no sabía como me sentía, tenía muchísimo miedo, sentía como si fuera directa hacia un abismo, no podía hacer nada para evitar la caída, cada minuto que pasaba estaba más y más cerca de caer. Y cada segundo que pasaba el miedo crecía en mi interior. 
Me latía tan rápido el corazón debido a los nervios... Mi madre también estaba nerviosa, lo sentía, aunque me intentaba tranquilizar. Se tumbó en mi cama, yo la miraba a los ojos, temblando, y le susurré "tengo miedo mamá..." Ella, no sabía que hacer, entonces, decidió darme la sorpresa que tenían preparada para cuando saliera de quirófano. Era un peluche de un perro negro y marrón. Me aferré a él como a un clavo ardiendo, con el fin de que mis nervios disminuyeran. Tumbada en la cama y con mi regalo pegado a mi corazón acelerado, miraba la puerta esperando a que llegara la hora. Sentía tanta tensión, que cuando entraba una enfermera, me quitaba la braguita corriendo, y cuando se iba me la volvía a poner. Era puro nervio. 
Sobre las 06.45 p.m, un chico bajito y joven vestido de azul con un gorro que parecía de piscina, entró en mi habitación, era el celador. Me quité la braguita y se la di a mi madre, nunca había sentido tantos nervios, y era una sensación horrorosa. 
Me sacaron de la habitación en la cama, pues tenía ruedas. El chico tenía pinta de ser nuevo porque se chocaba con todo. Mientras me llevaba, mis tíos Dani y Yoli, mis abuelos y mis padres iban a los lados de la camilla, acompañándome e intentando hacerme reír poniéndome caras raras. Yo intentaba sonreír, pero era tan difícil... Me pesaba la sonrisa. Cuando llegamos a las puertas grandes del quirófano ya no pudieron acompañarme más.  La camilla avanzaba, iba hacia atrás, por lo que veía a mi familia, mirándome y despidiéndose. Forzaban una sonrisa, mi padre abrazaba a mi madre por el hombro, justo cuando se cerraba la puerta vi como lloraba, y entonces sentí miedo, ahora estaba sola, y sentí ganas de llorar, y las lágrimas, silenciosas, resbalaron por mis mejillas.
Nunca antes había entrado a un quirófano, todavía recuerdo su olor, no sabría explicarlo, pero lo recuerdo tan bien... Habían muchísimas salas sin puertas conectadas a un largo pasillo, donde me dejaron, enfrente de una sala. Recuerdo que me pareció ver sangre, porque estaban operando, pero decidí no mirar. Alrededor de ocho médicos se acercaron a preguntarme como estaba, yo contestaba con la voz temblorosa  que estaba nerviosa. 
En el quirófano, me cambiaron de camilla, me puse sobre una alfombra azul y me hicieron fotos de mis pies y la espalda. Me tumbé en la camilla. Un chico negro me dijo que era mi dentista, mi anestesista se parecía a un actor de hospital central Me dijo que estirase el brazo, y que me iba a doler un poco el pinchazo. Miré hacia el otro lado, no me dolió nada, después miré mi brazo con la vía, fijándome en mis venas. 
Mi alrededor se disipó en una profunda oscuridad. No fui consciente de cuanto tiempo pasó, según me dijeron, 3 horas y media. Cuando desperté, lo recuerdo todo borroso y escuro, me dolía muchísimo el pie, estaba todo oscuro, mi madre estaba a mi lado y me consolaba.
Un simple peluche, me ha hecho recordar esta historia, verídica, real y dolorosa en todos los sentidos. Una historia que forma parte de mi vida y que la cambió por completo, me hizo darme cuenta de tantas cosas que me sería imposible enumerar todas, el poder de UNA amistad, la apariencia de todos, qué es realmente la amistad, lo gratificante que es poder valerte por ti misma, andar, vestirte o ir al baño sin ayuda de nadie, lo fuerte que puedes llegar a ser, hasta que punto puedes vivir y aguantar el dolor, el apoyo de tu familia, la fuerza de TU voluntad, valor, esfuerzo, tristeza, soledad, soledad, dolor, dolor... Pero, ante todo, recordaré el apoyo de mis padres, quienes estuvieron a mi lado en todo momento, dándome fuerzas para ayudarme a seguir hacia adelante. 







Triste gato negro.

Gato negro, triste gato negro.
Caminas por las  calles vacías,
sólo, sin rumbo fijo.
La gente desea no cruzarse contigo,
para así tener buena suerte.
Tu deseas no cruzarte con ellos,
para no sentirte más hundido.
Gato negro, triste gato negro.
Nadie te desea,
pudiendo elegir otros colores,
naranja, marrón, blanco o colorido,
todos son perfectos,
con tal de no contar contigo.
Tu pelaje negro te condena a la soledad,
tu oscuridad crece dentro de ti acaparando la luz,
triste gato negro,
deambulas por las calles acompañado de tu soledad,
dulce y amarga compañía,
que encoje tu gran corazón,
llenándolo de melancolía.
Fiel compañera,
mariposa,
se posa en tu lomo,
te guía y te acompaña,
cuando te sientes roto.
Cuanta gente te conoce,
y sin embargo,
cuan poca gente te quiere.
Aparentas un escudo
arisco y esquivo,
que no necesitas cariño,
cuando por dentro
te recorre
un abismo profundo,
que no te hace sentir vivo.
Oh gato negro.
Duele no saber explicar tu sentir,
duele sentirte diferente,
duele que nadie te entienda,
duele sentirte sólo,
duele sentir que quien te quiere,
efímero,
se irá pronto.




lunes, 19 de diciembre de 2016

De mirada a beso.

Se miraron, sonriendo con cierta complicidad.
En sus miradas se percibía una chispa de deseo.
Se prendió.
Ella se acercó a él poniéndose delante suya.
Apasionada, le miró con cara de deseo.
Se quedaron inmóviles en esa posición durante unos segundos.
Mirándose fijamente a los ojos, pero sin decir nada.
A ella le parecieron horas.
Él disfrutaba casa milésima de segundo que marcaba esa incertidumbre de qué iba a pasar.
Al ver el miedo de ella, él se acercó un poco más, quedándose cara a cara, a unos centímetros.
Como si una fuerza mayor la empujara, se acercó a la boca de él, quedándose a unos centímetros de distancia.
Sentía su aliento golpeando sus labios rítmicamente. Le gustaba como olía.
Ella levantó su brazo y le acarició el cuello, y entonces sintió la primera chispa.
Él la cogió de la cintura, acercándola un poco más.
Ella, se relamió su labio con disimulo, dejando escapar un leve suspiro que contenía todos los pensamientos en los cuales había imaginado ese momento.
Ahora era real.
Esos centímetros parecían kilómetros, sin embargo, se lanzaron al vacío de un beso que les marcaría para siempre.
Ella rozó el labio de él, y fue suficiente para que despertaran centenares de mariposas en su estómago. Se sintió mariposa al completo.
Al sentir la húmeda lengua dentro de su boca, un escalofrío recorrió su cuerpo de pies a cabeza, causándole una adrenalina imparable.
Se activaron todos y cada uno de sus sentidos. Y su bello se erizó cual gato asustado.
Fundidos en el beso, se olvidaron de todo durante los minutos que duró.
Al separarse, se volvieron a mirar a los ojos, algo había cambiado en la mirada.
Algo había cambiado dentro de cada uno, pero ni siquiera ellos lo sabían de que se trataba.


Un espejo, mi r(e)f(l)ejo.

Cuenta la mitología griega, que los seres humanos fueron creados en origen con cuatro brazos, cuatro piernas y una cabeza con dos caras. Ante el temor de su inmenso poder, Zeus los dividió en dos seres separados, para debilitarles, condenándolos a pasar sus vidas en busca de sus otras mitades.
Los humanos pensaban, inocentes que eran una totalidad, vivían engañados, pues era lo único que conocían, sin plantearse otras opciones que consideraban imposibles.
Pero resulta, que no creer no significa que no exista.
Cuando encuentras tu mitad, simplemente lo sientes, una conexión que supera lo ordinario, que es mágica, y como dicha palabra indica, es imposible de explicar, pues las palabras no alcanzan su esencia.
Sientes un reflejo de ti en esa persona, y ella, siente lo mismo. A algunas personas, ese sentimiento, les causa tal odio que deciden no acercarse, les cuesta muchísimo, pero cuando lo hacen, no pueden separarse de ellas. El odio no desaparece, pero siempre va unido del amor, inseparables compañeros. Otras personas, no sienten odio o rechazo, sino todo lo contrario, sienten tal amor hacia su mitad que se enganchan de ella, admirándola a más no poder, incluso llegan a pensar que antes, estaban incompletas y que su vida empieza a cobrar sentido teniéndola cerca.
Cada mitad tiene un sentir diferente, están los que sienten miedo, rechazo, alegría, ilusión… Existen tantos sentimientos como personas hay en el mundo.
Cuenta una antigua leyenda medieval, que en las tierras celtas del norte, allí donde los duendes habitan los árboles más escondidos, las hadas vuelan sigilosas entre las nubes, los gatos depuran el alma y las mariposas conceden poderes a quién se deja guiar, un lugar repleto de magia, allí, coincidieron dos mitades separadas por Zeus.
Él, Burvis, y ella, Lauma, se conocieron por casualidad en aquellos mágicos parajes, donde el caótico cosmos dictaminó su encuentro. Lauma, sintió primero la conexión, ella, cuidadosa de no espantarle, quiso acercarse poco a poco, para conocerle. Burvis, cauteloso y desconfiado, no quiso ningún tipo de contacto, para él, Lauma era invisible, no quería ver nada, porque sabía, que si miraba, podría ver todo.
Así pasó el tiempo, cerca, pero a la vez lejos.
Sin embargo, el cosmos no quiso que esa distancia creciera, ni se mantuviera, por lo que intervino, acercándoles.
Nadie sabe cómo sucedió, pero desde entonces, la conexión fue real, cada uno con sus diferencias, pero, sus semejanzas les unían más y más. Porque ella veía su reflejo en él, y él veía su reflejo en ella, cual espejo. Con una conexión tan grande sobraran las palabras, iba más allá, se pronunciaba a través de sueños y hacía sentir incluso a través de objetos, una conexión que ninguno sabía explicar, pero estaba ahí, presente, latente, mágica.
Ambos saben, que aunque la distancia física les separe, ellos no dejaran de ser mitades, que juntas, son fuertes y poderosas, juntas, se entienden, descubren y crean.

A través de la mejor melodía (el silencio), supieron, que su amistad sería mágicamente incondicional.



Música celta, para sumergirte en el (mi) mundo.




Lauma: Hada en Letón 
Burvis: Mago en Letón

martes, 13 de diciembre de 2016

Blanca y Negra Mariposa


Se trata de un cuento de inclusión creado por mi, para una asignatura de la carrera. Lo escribí con el fin de poder leerlo, para así ayudar y enseñar a los pequeños, sin embargo, creo que a veces los cuentos infantiles nos pueden enseñar más de lo que pensamos, por esta razón comparto en mi blog el cuento que floreció a partir de mi corazón, espero que lo disfrutéis, y como siempre, lo llevéis a vuestro terreno.
Blanca y negra mariposa

Erase una vez  un país muy lejano, repleto de flores, árboles, ríos, montañas, y mucha tranquilidad. Allí los insectos vivían felices, disfrutando de la naturaleza.  Era el hogar de una mariposa, llamada Sky.
Sky, era una mariposa diferente. Los colores de sus alas eran apagados, pues sólo tenía blancos, negros y grises.
El resto de las mariposas lucían colores brillantes y llamativos; naranjas, rojos, azules, morados, rosas, amarillos, verdes, granates, turquesa… 
Tenían todos los colores del mundo. Y Sky se preguntaba por qué ella no tenía ninguno de esos colores…
Por este motivo, Sky no quería volar cuando había alguien cerca. Le daba vergüenza enseñar sus alas oscuras porque el resto de mariposas se reían de ella. Sin embargo, cuando volaba a escondidas, lo hacía genial. Era una de las mejores voladoras del reino, aunque ella ni nadie lo sabían.
A veces por la noche, se iba a la rama más alta, del árbol más alto, y  llorando le decía a la Luna: 
+Querida Luna, ¿por qué soy diferente? Porqué no puedo tener colores como el resto de las mariposas? ¿Por qué sólo soy blanca, negra y gris? Ojalá no fuera como soy…
Al decir esas palabras, la Luna se dio la vuelta, mostrando su cara a la mariposa. Fijó sus ojos en ella con triste mirada y la dijo: 
- Pequeña mariposa, ser como eres no debería cortarte las alas, no debería darte vergüenza lucirlas. Pues ser diferente, te hace ser única y especial. Tendrías que sentirte orgullosa, y mostrarle al mundo tus colores, pues son muy especiales y te voy a contar porqué: 
El  NEGRO tiene lugar cuando se absorben todos los colores y no se refleja ninguno, es la ausencia de luz. Representa la noche. Transmite nobleza y elegancia.
El  BLANCO es la suma de todos los colores, símbolo de lo absoluto. Representa el día. Representa la pureza, la claridad y la esperanza.
El  GRIS es la mezcla de ambos, totalmente opuestos aunque complementarios. Es la transición entre el blanco y negro, simboliza neutralidad, sugiere tristeza, mezcla de alegrías y penas, del bien y del mal.
 Aunque no lo parezca a simple vista, en tus alas llevas dibujados TODOS los colores del mundo. Pero, ¿sabes cuál es el secreto? Que hay que saber mirar de forma especial para poder ver todos esos colores, para ver la magia que esconden tus alas. No te sientas triste si las mariposas no descubren tu magia a simple vista, quizá necesiten un poco más de tiempo. Pero lo importante, es que ahora tú sabes el secreto. Luce tus alas, vuela muy alto, escuchando tu corazón  sin escuchar los murmullos del resto si los hay, y disfrutando de tus preciosas alas. Cada noche, yo te veré desde aquí arriba entre las estrellas, y disfrutaré de la magia que desprendes por el cielo.
Al día siguiente, Sky salió a volar solo levantarse, tenía una sonrisa de antena a antena, y volaba con más fuerzas que nunca. El sol hacía que brillaran sus alas. Sky se dio cuenta de que le encantaban, las veía más bonitas que nunca. 
EL resto de mariposas la miraban extrañadas, desprendía tanta felicidad, tanto brillo… Ninguna se reía, al contrario, se oían murmullos de asombro. Las volteretas en el aire que hacía Sky dejaban a todos los insectos sin palabras. 
Cuando Sky se posó en una flor a beber un poco de néctar, se llevó una sorpresa increíble. ¡Escuchó aplausos y felicitaciones del resto de mariposas! 
La pequeña Sky estaba más feliz que nunca. ¡No se lo creía! Entonces comprendió… Que si tú te quieres y te aceptas tal y como eres, el resto verá la magia que hay en ti.

FIN


Mito de Trevas

Mito de Trevas
Erase una vez un Dios del Olimpo, cuyo nombre era Kalooban, Dios de la Voluntad, quién amó intensamente a una humana con todo su corazón y con todo su ser.
Su amada le abandonó, pues no sabía controlar un amor tan grande, el miedo la pudo y huyó lejos de él, para no volver jamás. Dejando un vacío en el pecho del Dios, semejante a un abismo. Ese vacío le causaba tal dolor, que con sus lágrimas construyó una coraza para hacerse fuerte y protegerse del mundo que le rodeaba, y una vez construida su coraza, las lágrimas del Kalooban se bloquearon, de forma que no volvería a llorar nunca jamás.
Esa fría y dura coraza creció y se fortaleció año tras año, volviéndose impenetrable para cualquier ser.
Siglos después, Kalooban tuvo el placer de conocer a la Ninfa del Fuego, llamada Ohen. La belleza y el sentir de la joven ninfa cautivaron al Dios, tanto, que el amor volvió a él. El fuego de ella, consiguió derretir, poco a poco, las capas de su coraza, capa tras capa derretida, Kalooban podía sentir más y más. Sin embargo, había una última capa que Ohen no podía destruir. Llevaba tantos años en él que, oxidada, que se había incrustado en su cuerpo, formando parte de éste.
 Esa coraza, no le dejaba sentir con todo su ser, pues los escudos creados a partir de un dolor tan grande, son indestructibles.
El Dios quería amar a la Ninfa con toda su voluntad, sin embargo, le resultaba imposible hacerlo.
Desesperado, corrió a lo alto del Monte Rêve, y desde allí miró a la Luna implorándola ayuda, suplicándola. Ella le aconsejaba siempre, pero esa noche no podía ayudarle, y por este motivo, no le respondió.
Al sentir el frío que le causaba su vieja amiga Luna, su ausencia infinita, la distancia que separaba sus corazones, Kalooban sintió una agonía tan inmensa, que de sus ojos emanó una lágrima. Lágrima que ablandó la oxidada máscara de la coraza, siguiendo el sendero que abarcaba el rostro acabando en la comisura de su labio.
Al ver la reacción de su amigo, la Luna respondió, diciéndole que la única forma de destruir su coraza, era expulsarla desde dentro, pues no era sólo física. Debía liberar ese dolor deprimido para poder amar de nuevo, para poder sentir y curarse. 
La coraza, creada con lágrimas, sólo podrá ser destruida con las mismas.
Kalooban no sabía cómo expulsar la oscuridad que llevaba dentro, por eso recurrió a Trevas, el gato negro, Dios de la Oscuridad, suplicando su ayuda. Trevas, tenía el poder de absorber la oscuridad  del interior de cualquier ser, pero para ello, debía abrirse a él, y vulnerablemente, mostrarle su alma.
Así hizo el joven Kalooban, miró fijamente los verdes ojos de Trevas, quién accedió a la parte más profunda de su alma. Fue entonces cuando el gato negro absorbió la oscuridad más profunda e incrustada de Kalooban, dejando que la luz invadiera su alma. Toda  su oscuridad quedó impregnada en el pelaje del gato, volviéndose de esta forma más negro.
Al liberarse de su oscuridad, el Dios de la Voluntad, sintió una profunda paz y felicidad, tanta, que desataron y liberaron sus lágrimas, las cuales, destruyeron su coraza al completo, desapareciendo cada fragmento y dejando a Kalooban libre.
Sin su coraza, volvió a sentir el amor de nuevo, amor hacia la Ninfa del Fuego, pero también pudo sentir el amor hacia él mismo.





jueves, 8 de diciembre de 2016

Ella y yo.

Estamos sentadas en un campo verde,
nos rodean flores de diversos colores; azules, rosas, amarillas, naranjas, blancas, rosas...
Me remonto a un cuadro que vi hace años, como me pasa a menudo, no recuerdo ni el nombre ni el autor. Pero recuerdo perfectamente la técnica, puntillista. Recuerdo que me acerqué lo máximo que podía, fue la primera vez que vi un cuadro del estilo. Me dejó sin palabras, como de cerca refleja caos, y parece que no hay ningún orden y cuando te alejas, y lo ves con perspectiva todo tiene sentido, y puedes observar una imagen, y en mi caso, sumergirme en ella.
Esta ver, estábamos tu y yo. Sentadas en el precioso campo de aquel cuadro que un día me encontró.
El viento soplaba, y nuestros cabellos bailaban su melodía.
Parecía que el tiempo no existiera en aquel lugar, como si un instante se hubiera detenido, para poder vivirlo cuanto quisiéramos.
Nos poníamos de pie, tú con un vestido verde oscuro y yo con uno granate, con los brazos cruzados agarrábamos nuestras manos y comenzábamos a dar vueltas. Al principio sentíamos miedo e íbamos con cautela, pero ese miedo quedó atrás y empezamos a girar más y más rápido.
Nuestros pies descalzos corrían sobre la fresca hierba, sin embargo, fue tanta la velocidad que alcanzamos al perder el miedo, que dejamos de sentir la hierba sobre nuestros pies.
Cada vez sentíamos que nuestro cuerpo pesaba menos, como si flotáramos en el agua, empezamos a ascender hacia el cielo. Cogidas de la mano, sin soltarnos, nos encontrábamos a unos metros de distancia del suelo. Nos miramos ilusionadas, y sonreímos.
Nos soltamos, y empezamos a volar libremente, volamos alto, sin mirar atrás.
Nos sentimos más libres que nunca, habíamos dejado nuestros pies de plomo juntos con las flores, y nuestra mente volaba junto con los pájaros, las nubes, el cielo.
En lo alto del cielo, un gorrión se cruzó en tu camino, y volasteis juntos, como si os pudierais comunicar y planificar vuestro vuelo. Que conexión.
Yo volaba alto, para luego dejarme caer a ras del suelo, planeando y sintiendo la adrenalina en cada músculo.
En una de mis bajadas, vi una mancha negra, me acerqué para ver que era, un gato negro.
Me miraba con sus grandes ojos verdes, parecía que quería decirme algo, me acerqué, a unos centímetros de él, nos miramos fijamente, el gato se acercó, rozó su nariz con la mía, se dio la vuelta y se fue. Me había transmitido tanto cariño, tanta confianza. Tantas ganas de volar.
Puse mis pies en el suelo, para después impulsarme lo más alto posible, subí y subí, hasta llegar a las estrellas, ella, dejó a su gorrión seguir volando y se juntó conmigo en lo más alto, en el universo.
Cada una habíamos disfrutado de nuestro volar individual, pero ahora nos juntábamos para contemplar la grandeza de este gran vacío oscuro.
Volamos entre las estrellas, acariciando su brillo, al tocarlas, su brillo se triplicaba, iluminando más y más esa gran oscuridad que envuelve todo.
Juntas de la mano, aterrizamos en la luna menguante, donde nos sentamos como si de un columpio se tratase. Nos contamos nuestra experiencia personal sobre lo ocurrido, eran semejantes a la vez que diferentes, me encantaba contarle mi experiencia, y aún más escuchar la suya.
Sentadas desde aquel columpio decidimos saltar al abismo, cerramos fuerte los ojos, nos agarramos la mano, y nos dejamos caer.
Sentíamos nuestro peso cada vez más y más, y cogíamos velocidad a medida que bajábamos.
No nos daba miedo la caída, porque sabíamos que estando juntas, no nos iba a pasar nada malo.
Así fue, que aterrizamos en el gran océano.
No nos daba miedo ahogarnos, para nuestra sorpresa, podíamos respirar bajo el agua.
Comenzamos a bucear, contemplando el fondo marino, con sus diversas y extraordinarias especies, con sus plantas marinas, era un mundo totalmente diferente.
Yo le enseñaba mi secreto de las burbujas, mi amor hacia ellas.
Siguiendo la melodía de Chopin, hacía que mis manos representaran una actuación que reflejaba mi sentir, mi sentir de las conexiones, que a veces, no sé explicar con palabras.
Ella se emocionaba, y lloraba, y yo, también lo hacía.
Llorábamos tanto que el océano se desbordaba, con los ojos cerrados llorábamos cada vez más fuerte, las lágrimas nos impedían ver nada, entonces, nos fundíamos en un abrazo, de esos de más de seis segundos, de los que te hacen sentir.
Al abrir los ojos, no estábamos en el océano, tampoco en el espacio, estábamos en el campo donde había empezado todo, ella y yo.
Nos separamos del abrazo, y nos miramos atónitas.
No dijimos nada, ¿cómo explicar lo que había pasado?
Sólo lo sabíamos nosotras, y era imposible de explicar,
por eso decidimos, que el silencio, sería la mejor melodía.



Cierra los ojos.

Estamos sentados en una mesa con dos taburetes, a la derecha hay una ventana que da a la calle.
Es un día lluvioso, pero no de los que te nublan, sido de los que te liberan con cada gota que cae al suelo.
El ambiente es cálido, y diferente, me transporta a un lugar lejos, quizá otro país.
Estamos sentados uno en frente del otro, con unas copas de vino al lado. Me resulta agrio, aunque al mismo tiempo dulce, al principio me cuesta beberlo, pero cuando me acostumbro a su singular sabor, me gusta.
De mi cuello cuelga un colgante, del tuyo también.
Quiero ayudarte, como lo haces tú siempre. Pero sé que contigo no valen los típicos consejos, hay que ir más allá.
- Cierra los ojos- te digo.- y escucha con atención cada palabra, no abras los ojos hasta que te diga "y ahora, despiertas".

Con los ojos cerrados, permaneces sentado en el suelo, tus manos acarician las puntiagudas hojas que los pinos han desprendido. Están secas y pueden hacer incluso daño. Tú las aprietas entre tus puños, con fuerza, y agradeces los pinchazos sobre tus yemas, sobre tu palma. 
El dolor habita sólo en tus manos, has hecho que se concentre en ese lugar.
Abres los ojos, colocas tus manos abiertas ante ti, y las observas perplejo. Están rojas, en la derecha, tienes un arañazo desde el cual emana una gota de sangre que recorre la línea de los sentimientos, como si de un sendero se tratase, y luego, cae a la tierra.
Miras hacia arriba, no ves el cielo porque los pinos son altos y frondosos. Estás en un bosque. 
A lo lejos, sólo ves bosque, mires al lado que mires, ante tus ojos sólo hay árboles y más árboles.
El bosque está oscuro, sin embargo, a través de algunas hojas la luz penetra, y es mágico. 
Te quedas atónito mirando las copas de los árboles y como la luz las acaricia.
Después de un rato, decides levantarte. 
Paseas entre los árboles, sin rumbo, pensativo, y sumergido en tus adentros.
Cuando llevas un rato caminando, empiezas a sentir que quieres salir del bosque, necesitas luz y claridad. 
Caminas, pero todo es igual, como si dieras círculos. Y te causa estrés no encontrar una salida.
Desesperado, te tiras en el suelo, y lloras. 
Lloras durante rato largo, tan largo, que incluso olvidas que llorabas porque no sabías como salir.
Cuando levantas la mirada y te secas los ojos, percibes que algo ha cambiado.
En frente tuya hay una flor, es preciosa. 
La miras, como si fuera lo único existente en todo el planeta. 
Del interior de la flor, aparece una mariposa. 
Sus alas son grandes, con colores rojos, naranjas, marones,y azules. 
Tiene dibujadas manchas que parecen ojos, incluso sientes que te miran.
Te calienta con su mirada.
La mariposa comienza a volar, y tú vas tras ella. Al principio su paso es lento, pero poco a poco se acelera, y tú corres para no perderla.
Cada vez más y más rápido, tus ojos están fijos en ella, no quieres perderla, no quieres perderla.
Te tropiezas y caes al suelo, y al levantarte, el bosque ha desaparecido junto con la mariposa.
Ahora estás en una playa, está vacía. Su arena es blanca y fina, el mar está en clama, el agua es tan cristalina que puedes ver el fondo.
Te deshaces de la ropa, está sucia del bosque. 
Tus pies desnudos tocan la cálida arena, y tú sientes paz y tranquilidad. 
Con tus manos coges un montón de arena, y esta se cuela entre tus dedos, es tan fina que parece agua.
Caminas hasta la orilla, miras el calmado mar, y él cubre tus pies con una ola. 
Miras a la derecha, y a lo lejos, ves una imagen que te resulta familiar, la mitad de un barco yace sobre la arena, ha naufragado, se encuentra entre unas rocas. 
Al verlo, no puedes evitar correr hacia él. Te quedas inmóvil delante suya, lo admiras. 
Admiras como ha llegado hasta la orilla. Acaricias su madera, y arrancas una astilla que metes en el bolsillo de tu pantalón, que se encuentra tirado en la arena.
Vuelves a la orilla, y una ola cubre tus pies de nuevo. 
El agua está caliente, espera que te sumerjas en ella.
Te adentras en el agua, y ella limpia tu suciedad, te pule, te transmite su calma.
Te sientes diferente, repleto de luz, de fuerza. 
Has dejado toda la oscuridad en el bosque, y en la playa ha brotado la luz que hay en ti.
Desde el agua, observas como el cielo representa nuestra actuación favorita, el atardecer. 
Los colores rosas, naranjas y amarillos, se reflejan en el mar, y te envuelven.
Sonríes, y la felicidad que sientes hace que cierres los ojos.

Y ahora, despiertas.











miércoles, 7 de diciembre de 2016

Reencuentro.

Estoy paseando, es un día cargado de sentimientos, siento mucho, para bien o para mal.
Siento el aire en mis mejillas, mi pelo baila con el viento y en algún desliz se aferra a mis labios, obligándome a sacar mi cálida mano del bolsillo para liberarme de él. El frío se acumula en la punta de mi nariz, y cuando alcanza cierto nivel de congelación manda un inesperado escalofrío a través de mi columna vertebral., haciendo que me estremezca, me tense, y me caliente instintivamente cada músculo de mi cuerpo.
Es un día frío, está anocheciendo, y tiene lugar mi espectáculo diario, el atardecer.
Mientras camino, alzo la vista contemplando los colores, el rosado me transmite cariño, el naranja calidez, el amarillo luz y esperanza en que al día siguiente volverá a lucir el sol en lo más alto del cielo.
Los colores bailan sobre el cielo, cambian, no se estancan.
Mis ojos brillan de ilusión.
Adoro y disfruto ese momento conmigo, y el cielo.
Cuando se acaba el espectáculo, tiene lugar el siguiente acto, le toca a la noche representar su actuación, cuya protagonista es mi amada luna, con sus fieles y mágicas estrellas.
Vuelvo mi mirada al frente.
Me sorprendo al ver una silueta a lo lejos, en seguida la reconozco.
Mi corazón se acelera, siempre produce ese efecto en mí, me pongo nerviosa.
Miro al suelo, y sonrío tímidamente.
Nos paramos uno en frente del otro, nos miramos, y sonreímos.
Dos viejos amigos que jugaron al pilla pilla, llegando a pensar que alguno de los dos abandonó el juego, pues les fue imposible pillarse. El que corría, fue tan rápido que quién perseguía perdió su pista, llegó a pensar que le había perdido. A veces, pensaba que huía de verdad, que no era un juego, que realmente no quería ser encontrado. Por este motivo, dejó de buscar. Olvido el pilla pilla y comenzó a jugar a otros juegos, aunque en el fondo de su corazón, le dolía haber dejado un juego pendiente., un juego que no olvidaba.
Conectados por la mirada y por esa sonrisa que, realmente, decía muchas cosas, no sabíamos que decir.
Yo, quería decirle que le había echado de menos, que incluso dejé de creer en él, creía que no le iba a volver a encontrar, que no nos juntaríamos otra vez. Qué en algunos momentos perdí la esperanza, que me intenté refugiar en cuevas oscuras que consumieron mi llama poco a poco, y con ese mismo fuego derretí acero para mi coraza. Coraza que parecía tan real que incluso a veces conseguía caer yo en mi propio engaño. Quería decirle que le esperaba en los sitios donde le había encontrado en el pasado, pero que a pesar de que esos sitios no habían cambiado, yo si, por eso no le encontraba a él. Para acabar, le quería decir que acabé encontrándole en mi misma, pues me di cuenta de que el amor no sólo se comparte con otras personas, sino que yo puedo ser mi  destinatario.
Él, quería decirme, que a veces es necesario cerrar puertas, para poder abrir otras nuevas, que sabía que yo lo pasaba mal, pero que no había llegado el momento de volver, que no podía forzar su llegada. Quería decirme que debería haber creído a la gente que me decía " No lo busques, cuando menos te lo esperes llegará". También quería confesar algo; que siempre había estado cerca, escondido, observándome, por eso a veces  yo le sentía. Me confesó con cierta timidez, que aunque intentó ocultarse de mi, yo le descubrí, " me acariciaba a través de amores platónicos y sueños". También quería decirme que se escondía entre mis páginas del cuaderno donde muestro mi inconsciente, que tenía mucha razón en aquella página que escribí: "Para poder querer, necesito juntar mis trozos rotos, esos trozos que dejé en cada corazón que intenté querer forzosamente". Quería decirme que era verdad, que  no se puede querer con el corazón incompleto, que para querer, es necesario reunir esos trozos, y aunque estén rotos y desordenados, se van juntando con el tiempo, lo importante es que no se dispersen, que se mantengan unidos.
No hizo falta que nos dijéramos nada,  pues ya lo sabíamos todo.
Mientras le miraba con los ojos llorosos , acerqué mi mano a su cara, acariciándole la mejilla y bajando por el cuello. Quería sentir su piel, saber si esta vez era real.
Me acerqué un poco más, mientras le agarraba el cuello, sin quitarle la mirada cada vez eran menos los centímetros que nos separaban, notaba el calor que desprendía su boca, le rocé el labio, y cuando íbamos a fundirnos en un beso, cuando íbamos a ser una sola persona, se desvaneció entre mis brazos.
No desapareció,  nos fundimos.
Fue entonces cuando entendí, que al dejar de buscar el amor en personas ajenas, al haber perdido esa ilusión por revivir algo que ya fue, encontré algo muchísimo más grande.
El amor por uno mismo. 
Porque el amor no sólo se comparte con otras personas, tú puedes ser tú destinatario.

FIN.



https://www.youtube.com/watch?v=KmzFDEu2RoA&list=RDKmzFDEu2RoA&index=1

https://www.youtube.com/watch?v=FIy14j3VnL0&list=RDKmzFDEu2RoA&index=7


Agua y música

Siente
el vapor que inunda la habitación,
el agua hirviendo envolviendo tu piel,
agua que te pone los pelos de punta de lo caliente que está,
tanto que hasta pica.
Siente,
la música retumbando en las paredes húmedas,
que se mete en tí a través de todos tus agujeros,
resonando dentro,
en tus venas.
Siente como te recorre,
como te acarician sus partituras,
como arañan el corazón,
y a la vez como lo curan.
Siente tus manos,
arrugadas del agua,
suaves, vivas y bailarinas,
que se mueven al ritmo de la música,
creando una obra,
reflejando tu sentir.
Siente, siente, siente.



martes, 6 de diciembre de 2016

Martes, 06 de diciembre.

Buenas tardes de martes.
Ayer fue un día triste para mi, por diferentes razones que no voy a comentar.
Sin embargo sucedió algo que agradecí muchísimo. Lloré.
Estaréis pensando que no es una novedad. Para mi lo es muchísimo. Soy una persona que ama llorar, sin embargo, mis lagrimas suelen bloquearse bastante, y puedo tirarme meses sin llorar, aunque lo necesite mil veces de corazón. Durante esos meses que no lloro, extraño mis lágrimas como quien extraña ese primer amor que te cambió la vida, como aquel viaje que nunca olvidarás, aquella persona que  fue tú primer mejor amigo y ya no está. Extraño con todo mi ser.
Ayer, lloré, lloré durante horas, lloré escribiendo, lloré hablando, lloré comiendo, lloré en el tren, y lloré en silencio aunque no salieran lágrimas de mis ojos.
Me sentí viva, pues sentir para bien o para mal, es ser tú. Es estar vivo. Y es increíble.
Mi oscuro día acabó con luz.
Lo más curioso de ayer, ocurrió en el tren, estaba sentada en frente de un muy buen amigo, él tampoco estaba bien, sentados en frente uno del otro no dijimos ni una palabra. Su soledad acariciaba la mía y aunque estaba a un metro, nos separaba mucha distancia, distancia que hay entre dos mundos que a veces se cierran de puertas a dentro, y no dejan entrar a nadie más. Al mismo tiempo sentía cercanía, el hecho de estar los dos apagados, en frente, y sin seguir las normas de cortesía, hicimos lo que sentíamos, permanecimos en silencio, con nuestra soledad, que es quién nos necesitaba. Estar así con alguien, poder estar así, dice mucho de la relación que tienes con dicha persona.
Es precioso compartir tu felicidad, pero ¿qué me dices de compartir tu tristeza? No digo contar las penas y lo que te pasa, me refiero a compartir esa sensación personificada.
Hoy, está siendo un día de sentir, pero a diferencia de ayer, predomina el positivismo.
Veo la luz, aunque no olvido la oscuridad, también la siento cerca, pero no quiero que me consuma.
Ahora mismo me encuentro en mi cuarto, mi mundo, sentada en mi escritorio, con las luces de rosas moradas encendidas, escuchando un nuevo cantante que acabo de conocer: André Rieu.
Hace unos minutos el cielo me ha impresionado con sus colores rosas, amarillos, naranjas y morados. Estaba tan en mi mundo, que casi pasa desapercibido a pesar de estar enfrente mía, tras una gran ventana que me lo mostraba. De repente alcé la vista, y ante mis ojos estaba el cielo. Durante unos segundos lo miré, sin decir nada, como si sólo existiéramos él y yo. Después, lo fotografíe tras mis dibujos en la ventana. Y al ir a separar la lámpara derramé el vaso lleno de agua para mis acuarelas, el agua era verde. Lo recogí rápido para no ensuciar los apuntes que trataba de estudiar sobre psicología, y me senté de nuevo en mi silla para seguir contemplando esa obra de teatro que se mostraba ante mis ojos. De fondo, https://www.youtube.com/watch?v=L1R7Kq-ieAM, con el título de "Tengo un sueño". Es curioso como una canción puede meterse tan dentro de ti que acaricie tus entrañas con sus acordes, que tu melodía te acaricie y te acoja, causándote escalofríos por todo el cuerpo. La música. Fiel compañera, te sientas como te sientas, siempre tiene algún personaje en forma de estilo o de canciones que puede hacerte compañía cuando necesitas tu soledad.
En esta entrada no quería hablar de ningún tema en concreto, quería hablar de mi y de mis sentimientos, cosa que para mi es realmente importante y me hace ser quien soy. Hoy, me han dicho unas palabras, que me han encantado, y sinceramente la palabra encantar se queda corta, me han dicho:  TU VAS MUCHO MAS ALLÁ PERO CON TODO, simplemente no te quedas en la superficialidad y en las apariencias de las cosas, TU ERES COMPLEJA Y ESO ES MARAVILLOSO.
De verdad, de lo más bonito que me han dicho en mi vida. Considero importantísimo no quedarse en la superficie. Vivir es bucear, es sumergirse, mirar el fondo, buscar y rebuscar, encontrando de esta forma el significado de la vida. Sintiendo, aprendiendo y después, enseñando.
Con esto, acabo esta entrada cargada de yo, de mi esencia.
Voy a comer chocolate, tengo mono.




domingo, 4 de diciembre de 2016

Quiere tu portada, ama tu interior.u

Que daño hacéis.
Con vuestros comentarios, miradas y desprecios.
Con lo bonito que sería querernos tal y como somos.
Aceptarnos al completo, de la cabeza a los pies.
Sin importar el peso, la altura o el color.
Que más da los estereotipos,
¿acaso lo bonito no está en las diferencias?
Si todos y todas fuéramos cuerpos idénticos, ¿que gracia tendría? ¿dónde estaría la belleza?
¿Creéis que importa de verdad tener unos kilos de más o unos kilos de menos?
¿De verdad eso te hace más o menos especial?
Yo creo que no.
Qur al final el cuerpo cambia, se desgasta, se transforma.
Y lo que perdura está dentro de la piel.
Tú eliges si comerte un caramelo por su envoltorio o por cómo sabe.
Pero piensa lo que dices, revisa lo que piensas y juzga si es lo correcto.
En fin,
quiere tu portada,
y ama tú interior.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Soy María y te invito a mi mundo.

Me presento, mi nombre es María, aunque me conocen en las redes como Mery Moon.
Siempre me ha encantado escribir, desde pequeña lo hacía.
Son innumerables los diarios que empecé a escribir hasta que llegó el definitivo, donde junté todos los anteriores. Actualmente escribo un diario de sueños, ¿lo has oído alguna vez?
Siempre lo recomiendo para conocerte mejor, te aseguro que te sorprenderás si te paras a escuchar a tu querido inconsciente.
Soy una persona que si me das un lápiz y un papel me puedes tener toda la mañana, tarde o noche y entretenida. Quizá porque tenga mucho que decir, y pocas personas se paren a escuchar. Quien sabe.
Lo único que se es que las palabras salen de mi como cuando abres la puerta de una habitación llena de agua.
Llevaba tiempo pensando en crearme un blog, pero era de estas cosas que siempre dejas para más tarde y al final nunca lo haces.
¿Por qué hoy sí estarás pensando?
Pues verás, hoy es de esos días que las palabras estaban en mi como pájaros enjaulados, picoteando las barras de metal que son mi cuerpo.
Un tema y otro y otro inundaban mi mente y yo necesitaba liberar a esos pajaritos que querían volar y volar, esas letras que se querían transformar en palabras para dar lugar a una idea.
Estaba tumbada en la cama, escribiendo una publicación a mi instagram, donde suelo, o al menos solía liberar a dichas aves internas. Envié el texto. Miré mi ventana y me dije: voy a crearme un blog.
Y ahora me encuentro escribiendo a este nuevo amigo por primera vez.
No sé si me leerá alguien, pero espero que quién dedique su tiempo a leerme, disfrute las palabras que aquí regalo a mis posibles lectores, con el fin de hacer sentir, pues cada vez estoy más segura que que es el pilar fundamental de la vida. Que sin sentimientos, somos máquinas, lo que significa estar muertos, o mejor dicho, no vivos.
Por eso os invito a sentir mucho, a llevar mis ideas, reflexiones y pensamientos a vuestro terreno, hacerlo vuestro y que os ayude de algún modo.
Os invito a que pongáis comentarios, dando vuestra opinión, o incluso sugerencias sobre posibles temas a escribir. Yo leeré encantada todo lo que me escribáis.
He aquí mi pequeña presentación.
Bienvenidos a Lágrimas de Luna, mi pequeño mundo para escribir.