Yo no pedí venir a esta vida.
¿Por qué los adultos me gritan?
¿Por qué me zarandean y me llevan de un lado al otro?
¿Por qué me dicen "esto es así porque lo digo yo" e invalidan mis pensamientos?
¿Por qué me mandan todo el rato?
Siéntate, come, vístete, corre, vamos, duerme, calla, escucha, shhhhhhhh...
¿Por qué siempre tanta prisa?
¿A dónde necesitamos llegar?
¿Por qué tienen tanto miedo de que me caiga?
¿Tan malo y desastroso es perder el equilibrio por un momento y tener arañados o heridas en las rodillas?
Ya lo han vivido, quizá de ahí el miedo.
¿Por qué se rien de mis preguntas curiosas y me dicen "cosas de niños" o "ya lo entenderás cuando seas mayor"?
Quizá siga sin entenderlo cuando me convierta en... Ellos.
¿Por qué me hablan como si no entendiera las cosas y al mismo tiempo me exigen como si ya todo lo tuviera aprendido?
¿Por qué no se paran a escuchar, a sentir, a mirar, a ser sin juzgar, a seguir con la mirada y el corazón en vuelo de la mariposa?
¿Por qué no tienen tiempo para nada, y al mismo tiempo, lo pierden tras sus pantallas..?
Que incongruencia en su mirada, dan la vida,
para correr hacia la madurez y estabilidad de la crianza.
Quejándose de lo malo de cada etapa,
sin saber que nunca vuelve,
que el presente se escapa.
Como si llegar a adulto fuera el fin de la batalla,
y la infancia, qué es la etapa más sagrada,
fuera donde consigues,
las armas para ganarla.
Perdiendo la esencia de la paz,
por pensar en el mañana.
Cuantas cosas tenemos que aprender de estas almas,
¿Por qué se nos ha olvidado como avivar nuestra alma?
Quizá si revives y conectas con quién fuiste en tu infancia,
la curiosidad y sentido de la vida
vuelve a brillar tras tus pestañas.
Pero mientras tanto,
deja SER a los niños y niñas
que se crucen ante tu mirada.
10 noviembre 2023.
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