A veces me tomo la vida demasiado en serio.
En Soria, en Siria y en Jaén,
la vida pasa contigo de rehén
la perspectiva cambia según cómo la ves,
oscuridad completa o
euforia sin desdén.
Piloto de esta mente loca
que a veces toca
lo que no quiero tocar.
El fondo de mi alma
donde no alcanzo a respirar.
Rebota y sube
y no hay alas
que mantengan el ritmo de su vuelo,
supongo que son las consecuencias
de vivir en los sueños.
Soñando a lo grande,
no entiende la sociedad
los ojos de un infante.
Y si aunque crezcas
mantienes tu inocente y pura
mirada infantil,
te das cuenta de los miedos
que a veces despierta sentir.
Sociedad que te hace crecer alcanzando ideales,
perdiendo tu esencia,
alejándote de tus retales.
Alejada de tu centro,
alejada de ti
una niña perdida
con miedo a vivir.
Con miedo a salir y no ser aceptada,
no ser la llave de una cerradura forzada.
No saber abrir puertas ni llegar a un fin,
ser banal e inútil en lo que debo cumplir.
Me aíslo y abrazo
intentando entender
porque todo gira
mientras sigo de pie.
Te juro que intento
encajar y girar,
pero me siento atascada
sin poder reparar.
Anclajes oxidados por el miedo mental
cuando tu mente te bloquea
es imposible avanzar.
Los mayores obstáculos
son los que te pones tú,
creados a medida de tus miedos
te impiden poder ver la luz.
Inmóvil en la mirada de una perspectiva oscura,
la niña es mi faro y mi cadena de luna.
Quizá
es verdad que me tomo la vida demasiado en serio,
Al fin y al cabo estamos de paso
Y nadie es eterno.