El estrés se siente
parecido a una nube negra
que te inunda el cuerpo.
Lo vuelve todo oscuro
y torna la luz en sombra.
Me dijeron que si escribía
sobre el dolor del cuerpo
este se hacía más pequeño.
Ojalá.
El cansancio
y la inseguridad
hacen que me duela el cuerpo,
y el alma.
Hacen que no me reconozca
en el espejo,
y solo vea la versión
de víctima,
de una niña asustada,
que no quiere sentirse así.
Como en la foto,
mi versión adulta
la calma y da la mano,
pero,
¿qué pasa cuando esa versión
también lo ve todo oscuro?
Solo quiero que acabe.
Que esté cansancio
me deje sentir la paz del presente,
sin ese mounstruo
susurrando en mi oreja.
Susurrando que no puedo,
que no soy suficiente,
que no vale la pena,
que esté viaje ha sido en vano.
Quiero sentir confianza
en cada paso que doy del camino.
Apostar por mi.
Vivir la senda
con más ternura y consuelo,
sin este discurso
que me taladra,
y que no diría a nadie más que a mi.
A menos de un mes de la opo,
los fantasmas se hacen más grandes,
los mounstruos hacen ruido
y la niña llora.
Y la adulta está cansada
para poder consolarla.
No llores niña,
no llores mujer.
Pronto, todo habrá pasado.
30 de junio
retrocuenta para la opo
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