Hoy, a escasas horas de la oposición,
entre la marea de nervios,
la ansiedad y las dudas...
He sentido un profundo agradecimiento
por tener la suerte de trabajar
y estar rodeada de niños.
A veces el ritmo acelerado de la educación
me hace olvidar que estoy cumpliendo mi sueño,
ser maestra. Y no lo agradezco lo suficiente.
Pero cuando el ritmo para,
y simplemente te paras a ser tú
con esos niños,
mostrándote vulnerable, niña, real...
Entonces sientes esa conexión,
de igual a igual,
esa comprensión y reflejo que te susurra:
"tú y yo somos iguales, solo que tú eres más grande".
Tenerles cerca me hace mantener a mi niña viva,
conectar con ella y recordar,
lo que los niños realmente necesitan.
Siempre lo supe,
pero cada vez lo tengo más claro;
enseñar es aprender dos veces.
Hoy esa niña de la foto ha conseguido
darme un rato de paz en la tormenta,
ha calmado a mi niña miedosa
que estaba escondida en un rincón,
le ha acariciado la cara
y he sentido un
"No te preocupes, todo saldrá bien".
Y he recordado un sueño
en el que mi niña interna
se sentaba en mi regazo,
y me tocaba la cara
secándome las lágrimas.
Recordándome, sin palabras,
que siempre, pase lo que pase,
me voy a tener a mi,
que estoy conmigo
en este juego que es la vida.
Y que todo va a salir bien.
21 de junio 2024
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