jueves, 23 de febrero de 2017

Manos.

¿Una mano cualquiera? ¿tu mano? ¿mi mano? ¿ambas?
Ambas, la tuya y la mía.
Curiosa parte del cuerpo, a la vista de todos,
y recibiendo el respeto y valoración de pocos.
Dicen que lo que mucho se ve, y siempre está ahí,
no es valorado como se merece.
Esto le pasa a las manos.
Pasan desapercibidas, y sin embargo... Que necesarias son.
Manos.
Con ellas; creas, quieres, odias, expresas, sientes, tocas, esquivas, acaricias, pegas,
causas placer o dolor.
Todo, absolutamente todo, está en tus manos.
Manos.
Vosotras, me permitís expresarme,
me permitís hacer todo lo que sueño,
lo que siento, lo que adoro hacer,
me permitís hacer aquello que me hace sentir viva.
Vosotras, me permitís escribir,
por esta razón mi portaminas escribe estás palabras sobre mi cuaderno.
Me permitís nadar, y sentir que vuelo en el agua,
haciendo que me sienta libre, como si me hallara en otro mundo.
Vosotras, me permitís pintar,
expresando mi mundo interior y caótico,
creando nuevas realidades o reflejando las que ya existen.
Me permitís mostrar cariño, regalar caricias, dar amor, compartir mi calor con otra mano.
Sois, en parte, las puertas de mi ser (o una de ellas),
a través de las cuales, mi mundo se fusiona con el real y todo lo que en él habita.
Pero, lo que me resulta más intenso es
que se junten dos mundos a través de sus puertas, las manos,
que juntas, dejan de seer puertas para ser un puente; formando UNA unión.
Extender mi mano contra la tuya hasta que se junten,
mantenerlas unidas sintiendo como hacen el amor,
perder la noción del tiempo,
sintiendo, con el corazón ligado a tu mano.
Mano con mano, corazón con corazón.




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