jueves, 23 de febrero de 2017

Venecia.

De pequeña tenía un sueño,
conocer la ciudad de misterios.
Soñaba con perderme en sus calles,
 y recorrer el Gran Canal
con helado de sabores en mi paladar.
Consideraba mágica mi ciudad,
ciudad rodeada por las aguas del mar;
ciudad de máscaras,
ciudad del Carnaval,
ciudad de mis sueños
- "Venecia"-susurraba.
Mi sueño se hizo realidad,
la inigualable Venecia fui a visitar.
No hay palabras para aquella experiencia sin igual.
En tren llegué a la ciudad
y mis lágrimas se desataron al llegar.
En un hotel adorable nos fuimos a alojar,
todavía recuerdo el olor a cereales y café al despertar.
Por la noche, cerca del canal,
espaguetis con setas
cenamos cual manjar.
Caminando nos desorientamos,
pero Venecia no conocerás
hasta que en sus calles te pierdas
olvidando dónde estás;
y es entonces, cuando a ti te encontrarás.
La plaza de San Marco por la noche se inundó,
dentro de la catedral pudimos hacer un tour.
Catedral de oro, historias encantadas,
perderse entre tus paredes no tenía palabras.
El sol de Venecia parecía diferente
sentía su calor en lo más profundo de mi inconsciente.
En mi ciudad de ensueño una máscara me compré,
máscara que me recordaría que mi sueño realicé,
que fue real, no sólo lo soñé.
Y nunca, nunca, lo olvidaré.




Manos.

¿Una mano cualquiera? ¿tu mano? ¿mi mano? ¿ambas?
Ambas, la tuya y la mía.
Curiosa parte del cuerpo, a la vista de todos,
y recibiendo el respeto y valoración de pocos.
Dicen que lo que mucho se ve, y siempre está ahí,
no es valorado como se merece.
Esto le pasa a las manos.
Pasan desapercibidas, y sin embargo... Que necesarias son.
Manos.
Con ellas; creas, quieres, odias, expresas, sientes, tocas, esquivas, acaricias, pegas,
causas placer o dolor.
Todo, absolutamente todo, está en tus manos.
Manos.
Vosotras, me permitís expresarme,
me permitís hacer todo lo que sueño,
lo que siento, lo que adoro hacer,
me permitís hacer aquello que me hace sentir viva.
Vosotras, me permitís escribir,
por esta razón mi portaminas escribe estás palabras sobre mi cuaderno.
Me permitís nadar, y sentir que vuelo en el agua,
haciendo que me sienta libre, como si me hallara en otro mundo.
Vosotras, me permitís pintar,
expresando mi mundo interior y caótico,
creando nuevas realidades o reflejando las que ya existen.
Me permitís mostrar cariño, regalar caricias, dar amor, compartir mi calor con otra mano.
Sois, en parte, las puertas de mi ser (o una de ellas),
a través de las cuales, mi mundo se fusiona con el real y todo lo que en él habita.
Pero, lo que me resulta más intenso es
que se junten dos mundos a través de sus puertas, las manos,
que juntas, dejan de seer puertas para ser un puente; formando UNA unión.
Extender mi mano contra la tuya hasta que se junten,
mantenerlas unidas sintiendo como hacen el amor,
perder la noción del tiempo,
sintiendo, con el corazón ligado a tu mano.
Mano con mano, corazón con corazón.




viernes, 17 de febrero de 2017

Cinco puertas tiene mi alma.

Voy a hablaros de mis puertas,
o al menos lo que yo considero que son puentes para llegar a mí.
La primera puerta, sin duda, son los ojos.
Podría tirarme doce entradas hablando de ellos,
pues para mí es la parte más increíble que tenemos.
Por esta razón les tengo gran respeto.
Los ojos son un universo, seguro que estáis hartos de oír esta frase,
pero apuesto a que nunca habéis pensado en ella con el corazón en la mano.
LOS OJOS SON UN UNIVERSO,
cierra los ojos y piensa lo que esconde esa frase.
Aunque si esa frase es importante,
la que sí lo es, es la siguiente:
LOS OJOS SON LAS VENTANAS DEL ALMA.
Ahí te la dejo, sin vaselina.
Me es difícil hablar de ojos y las miradas.
Cuando lo hago tengo la sensación de que no puedo plasmar la plenitud de lo que siento,
y esto me causa un gran vacío,
las palabras no me llegan.
Os puedo hablar de ojos que enganchan,
de ojos que se hacen querer,
no por el color, sino por lo que en sí reflejan, y lo que en su interior esconden.
Os puedo hablar de miradas que me han transmitido más amor
que cualquier palabra que pueda salir de una boca.
También os puedo hablar de miradas que escondían un odio inimaginable,
y que realmente me hicieron sentir miedo.
Os puedo hablar de ojos que nunca me cansaría de mirar,
pues el universo que esconden es tan grande
que consigo sentir como su universo y el mío conectan,
creando algo más grande que nosotros mismos.
He aquí mi primera puerta,
la más relevante,
pues si ésta me dice que no me fíe... No habrán más puertas que abrir.
La segunda puerta tiene que ver con una parte del cuerpo que la gente tiende a no valorar,
las manos.
Las manos tienen un poder mágico,
que sólo si sabes apreciarlo y admirarlo, llegará a ti y se dejará conocer.
Las manos dicen mucho de nosotros, con ellas tocamos el mundo,
con ellas dejamos nuestra huella, con ellas palpamos la realidad,
con ellas podemos matar y hacer daño,
pero también podemos dar una cantidad innumerable de cariño con tan sólo una caricia.
Me encanta dar la mano, me encanta sentir como mi temperatura se funde con la de otra persona,
como mi calor consume su frío y viceversa.
Me encantan las manos calientes, y me da miedo cuando las mías carecen de ese calor,
sobre todo cuando siento mi corazón ardiendo y mis manos congeladas.
Cuando alguien tiene las manos frías me encanta calentárselas,
sintiendo su frío en las mías, como pica un poco el contraste de temperaturas,
me parece un momento sumamente cálido y acogedor,
al igual que me gusta sentir el frío de unas manos en mi cuello.
Esta segunda puerta tiene que ver con la conexión de las manos.
Al igual que adoro dar la mano, jugar con ellas y acariciarlas,
puedo sentirme sumamente incómoda dando la mano a alguien a quien no quiero dársela,
de hecho, a pesar de mi amor hacia las manos,
no soy una persona que de la mano a la gente,
pues para mi tiene un gran significado,
mientras que la persona a la que se la doy puede pensar que es un simple acto.
Sólo doy la mano a quién merece esa unión, o al menos a quién creo que puede merecerla.
Cada puerta es más intima y te acerca más al centro,
cada puerta lleva consigo un arma al que puedes acceder y con la que puedes hacerme daño,
está en ti dejar ese arma en cada puerta y no utilizarla,
o destrozar(me) todo.
La tercera puerta está entreabierta desde que accedes a la primera,
observando por la mirilla, siempre pendiente.
Esta puerta es la mente.
Simple y a la vez compleja,
todos sabemos si una persona nos gusta al prestar un poco de atención a sus palabras y a su pensar,
esta conexión es fundamental,
es la que provoca el sentimiento de querer conocer más y más a esa persona,
sentimiento de querer hablar con ella, y sobre todo escucharla.
Hay mentes que desde el primer momento son reacias a ti,
 hay otras que son indiferentes,
otras te gustan más o menos,
y luego están las mentes a las que es inútil tratar de ponerlas palabras,
 porque resulta imposible y no están a la altura.
Para entendernos, llamaré a éstas últimas "mentes diferentes".
Estas mentes causan un efecto en mi semejante a una droga,
son mentes que me parecen tan increíbles que tienen el poder de abrir el resto de puertas de forma mucho más sencilla que el resto de personas.
He conocido pocas mentes diferentes,
hecho que hace que sea mágico en momento en el que se cruza una en mi vida.
Las mentes diferentes consiguen establecer una unión directa con mi corazón,
antes de pasar el resto de puertas.
Siento amor hacia las personas que la poseen,
además de admiración, interés, ilusión, y cariño,
todos estos sentimientos están envueltos por miedo.
Sí, es un sentimiento negativo y reconozco que lo siento.
Siento miedo por perder a estas personas,
porque se vayan de mi vida de la misma forma que han entrado,
por idealizarlas y que no sean lo que pensaba,
siento miedo incluso porque cambien.
Y ese miedo es el que me muestra el valor que tienen esas personas.
La cuarta puerta es la boca.
En ocasiones esta puerta ha sido muy desvalorizada,
por mí y por otras personas a quienes permití su entrada.
Durante mi vida la he abierto ignorando el resto de puertas,
y como era de esperar entraron personas que cogieron el arma que la puerta escondía,
arma que se volvió en mi contra y me hizo desconfiar de todo.
Siempre he sentido fascinación por la puerta que se haya en mis labios.
La llave de esta puerta son los besos.
Con mi experiencia puedo decir que hay tantos tipos de besos como personas existen en el mundo.
Hay besos vacíos, que son simples roces de labios que no te transmiten nada,
que con el primero sientes que no necesitas más en tu vida.
Hay besos juguetones que enganchan,
son cómodos, cálidos, divertidos, e incluso excitantes,
te hacen querer más, y caer una y mil veces en esos labios,
sin embargo no te mueven por dentro.
En general suele deberse a que la puerta de la mente desconfía,
poniendo un pestillo que impide que esa persona llegue al corazón.
Estos besos te gustan mientras ambos estáis en la habitación que abren los labios,
pero al separaros sientes un gran vacío.
Estos besos tienen doble cara, parecen increíbles,
pero al no hacerte sentir, al no llegar al centro provocan un abismo que asusta.
Es como abrirte pero con un escudo, es un sí y un no, un "no me voy, pero tampoco quiero avanzar contigo".
Besos que te hacen sentir la famosa dualidad corazón-mente.
Estos besos, de verdad que destrozan, porque al sentir tanto en el momento y después nada
te hace pensar que no puedes sentir, que te es imposible, que tú eres el problema,
cuando el problema es que estás abriendo una puerta que debería estar cerrada, esperando.
Y después existen los besos que tienen lugar con las anteriores puertas abiertas,
y con el corazón entre él y tú.
Estos besos son inconfundibles,
son aquellos que sólo con rozar tu labio con el suyo sientes que todo tu ser está envuelto en ese beso.
Estos besos, aunque se dan con la boca, realmente se dan con el alma.
Estos besos, no se encuentran en cada esquina.
Estos besos te hacen sentir la esencia de la palabra amor,
te muestran porque no funcionó con otras personas,
te hacen sentir con cada recoveco de tu ser, con la mente, el corazón, el cuerpo y el alma.
Cuando das uno de estos besos, inevitablemente,
creas una unión que te supera, que te invade, creas una conexión  que va más allá de ti y de él,
una unión que a veces no se puede explicar, pero sientes que existe.
Creo que nos pasamos la vida soñando con estos besos,
besos que son reflejos del amor.
Van más allá de lo carnal, son besos espirituales.
Finalmente, está la puerta del sexo,
puerta que fusiona dos cuerpos de forma física y material,
reflejo de una unión de almas.
Esta puerta puede ser utilizada por simple placer,
pero nunca llegarás al centro de mi de esta forma.
Puedes abrir esta puerta sin abrir otras,
pero si no abres todas,
te perderás en el laberinto.
Hoy en día el sexo es utilizado como un arma de diversión,
arma de doble filo que a menudo hace que nos perdamos a nosotros mismos
por haber querido dar placer a otros a través de nuestro cuerpo.
El sexo es el grado máximo de fusión con otra persona,
y a menudo se practica de forma vacía,
concediéndole el poder de hacerte insensible,
provocando que caigas en un abismo de no sentir.
Esta es mi última puerta, cinco puertas diferentes conviven en mi cuerpo,
que ha pesar de sus diferencias están totalmente conectadas unas con otras.
Cinco puertas que te hacen conocerme,
cinco puertas que te permiten herirme,
cinco fuertes puertas,
guardianas de mi corazón, de mi ser, de mi alma.

  Mery Moon.

Ojo de corazón.


Te conozco,
Y mi corazón te observa,
Observa cada detalle,
Cada sentimiento que en él provocas.
Cada vez observa con más atención e interés,
Es a través de ese ojo
Como puedes entrar en mi músculo latente,
Porque los ojos son puertas,
Ellos ceden la cerradura,
Pues tú tienes la llave, en los tuyos.
Cuando el ojo de mi corazón se abre,
Todo cambia, todo es diferente,
Veo todo con otro sentir,
Supongo que se debe a tener otro ojo más activado,
Cuantos más ojos, más sentires.
A veces, ese ojo decide cerrarse,
Pues prefiere no ver,
prefiere cerrar la puerta con llave
Con la intención de proteger lo que hay detrás.
Ser la puerta principal conlleva responsabilidades.
El motivo de ese cerrar el ojo
Suele ser que, en ocasiones,
Se equivoca al mirar,
 confía y cede la su cerradura,
Dejando a entrar a alguien de llave oxidada que no mira por donde pisa,
Y que, aún sin intención,
 hiere al corazón que el ojo esconde.
Y entonces,
El ojo se cierra, y no sólo el ojo,
 sino que las manos y todas las puertas de tu ser se cierran,
Creando un laberinto de puertas con cerrojos para que nadie vuelva a llegar al centro.
Sólo aquel que decida abrir esas puertas,
preparado a que detrás de una haya otra,
pero sin la esperanza de llegar a la última,
conseguirá llegar al centro de (mi) laberinto. -Mery.

jueves, 16 de febrero de 2017

Sentimiento blanquinegro.

Hoy me siento blanco y negro,
en cierto sentido
me siento extremos.
Extremos que recogen entre sus oposiciones
el resto de infinitos colores,
todo lo que se haya entre uno y otro.
Hoy me siento,
Y eso ya es mucho sentir.
Hoy, ayer y mañana, me siento,
y me seguiré sintiendo hasta que el  centro de mi ser deje de enviar sangre a mis venas,
pues el día que deje de sentirme dejaré de vivir.
No me da miedo morir, sino no llegar viva a mi muerte.
Me siento, y gracias a eso puedo sentir a otras personas.
Me quiero, y por eso puedo querer(te),
Como una persona ajena a mí, diferente y semejante, extraña pero cómplice, desconocida compañera.
Llamadme loca por pensar que la vida es sentir,
pero no puedo conformarme sólo con lo visible a los ojos.
"Lo esencial es invisible a los ojos",
escuché hace unas semanas.
¿Acaso lo esencial no transcurre dentro de nuestra piel? ¿Cómo podrías verlo con las ventanas del alma y mirando hacia fuera? Si está dentro de ellas.
Gracias a ciertas personas, podemos mirar(nos) hacia adentro,
ellas nos enseñan a hacerlo,
y esas personas hacen en parte que seamos quienes somos;
la suma de ellas nos hace SER.
Esas mismas personas son quiénes nos recuerdan que tenemos alas que nos hacen volar, que tenemos pies que nos hacen caminar, que la ilusión es el motor de esas alas y esos pies, y que ese motor mueve nuestra vida haciéndola más completa.
Esas personas que respetan y a la vez comparten tu soledad,
permitiéndote ser tú y a la vez estando contigo.
Esas personas, son vida. -Mery.