Tengo miedo,
miedo a fallar.
Miedo de que mi esfuerzo haya sido en vano,
miedo a no ser suficientemente
buena.
Miedo de todas las cosas que no hice,
de todos los límites que me puse,
de todo el autocontrol,
la presión, las exigencias,
las horas sentada enfrente de una pila de apuntes.
Las horas de cansancio mental, de cohibirme,
de no permitirme hacer lo que realmente quería,
de no haber ... Vivido.
de mi forma de ver las cosas,
de percibir la realidad y sentir
tan intensamente todo
para bien o para mal,
de cargarme y jugar un all in,
cuando no se trataba de eso.
Un año.
Para todos pero para cada uno diferente.
Podría haber sido distinto
pero mi mente se sobrecargó hasta explotar,
Las heridas me sangran por dentro,
las dudas, inseguridades y comparaciones me comen,
el miedo a fallar.
¿Y si no alcanzo mis expectativas?
El látigo de mi culpa será mi castigo.
Pero la pregunta es ¿por qué soy así conmigo? Porque me sacrifico.
Quizá sea el miedo de no saber mi destino,
vi una luz y la seguí hasta el abismo,
y a punto de saltar me pregunto
¿Qué hubiera sido?
¿Cuál podría haber sido el otro camino?
Si este se disipa, ¿por dónde sigo?
¿No será la presión el miedo a no encontrar mi sitio?
Estoy perdida,
niña en un cuerpo de mujer,
que anda descalza
sobre un asfalto que quema.
Un mundo artificial
donde no encuentra la hierba,
donde no dejan vivir
porque "sobrevivir" es el lema.
Duerme mi niña, duerme.
Duerme.
Y sueña que vuelas.
30 de mayo.